FOTO: ALAIN MARTINEZ
En más de una ocasión, el ejercicio periodístico de un colega ha requerido del auxilio, siempre puntual, del diccionario; justo entonces suele repararse en lo acertado de esa popular denominación con la que acostumbra a identificarse dicho texto: “mataburros”. Harto probada la eficacia de este instrumento lingüístico, partamos del significado de dos de las innumerables voces que contiene, a partir de las cuales usted podrá comprender la problemática sobre la que le propongo reflexionar.
Ordenanza: Conjunto de preceptos referentes a una ciudad o comunidad. También, mandato, disposición, arbitrio y voluntad de alguien.
Regulación: Acción y efecto de regular. Ajustar el funcionamiento de un sistema a determinados fines.
Agreguemos a estas precisiones iniciales, algunos componentes históricos: la ciudad en que vivimos usted y yo hoy, nació como colonia en 1819 y por una normativa de 1798, según la cual, la fundación debía realizarse en el lugar escogido por los hermanos Lemaur y atendiendo a las Leyes de Indias que aseguraban uniformidad, homogeneidad y correcta apariencia a las construcciones. La determinación del tamaño de las parcelas, la tipología arquitectónica de los edificios, los materiales a utilizar quedarían regulados, desde entonces, así como otros muchos aspectos de la vida en el ámbito urbano traducido en ese espacio de convivencia colectiva que es la ciudad.
Así, de acuerdo a las Ordenanzas Municipales de 1856, compuestas por 13 capítulos y 169 artículos, quedó determinado el funcionamiento de la Villa de Cienfuegos y proyectado el desarrollo cultural, económico y social de la que sería la próspera y moderna Ciudad de Cienfuegos, a partir de 1880. En 1895 ven la luz nuevas Ordenanzas Municipales, ampliadas ahora a 66 capítulos y 1072 artículos, cuerpo regulatorio que se contiene los deberes y derechos ciudadanos y dicta la obligatoriedad del cumplimiento de tales ordenanzas; sus conceptos urbanísticos se mantendrían vigentes hasta 1999, cuando se aprueba otra versión del documento, de consulta ineludible para técnicos, proyectistas y especialistas de esta actividad, y la población, en general.
A no dudar, la funcionalidad de una ciudad, está condicionada por numerosos aspectos de su dinámica social, económica, política, cultural, ambiental…. A nivel individual, una de las expresiones más palpables de desarrollo es el nivel de civilidad alcanzado por sus habitantes, entiéndase, la comprensión cabal de que, más que necesario, resulta imprescindible ser disciplinados en el espacio colectivo, respetuosos de las normativas que regulan la convivencia ciudadana. El resquebrajamiento de esa disciplina conduce a la “crisis”… también, de valores.
Pongámonos de acuerdo, entonces, a lo largo de la historia de la humanidad, la voluntad de orden ha estado asociada a desempeños, individuales o grupales, inteligentes. Acortemos el camino de los ejemplos y vayamos al grano: Cienfuegos se ha desarrollado, durante casi dos siglos, atendiendo a esa voluntad de orden, de disciplina, de armonía y belleza heredada de sus primeros habitantes, gracias a cuyo empeño, su Centro Histórico Urbano constituye el único ejemplo de ciudad decimonónica que, en América Latina, es Patrimonio Cultural de la Humanidad (PHC).
Una de las instituciones directamente vinculadas con la preservación de los valores que han situado a Cienfuegos en la Lista del Patrimonio Mundial es la Oficina del Conservador de la Ciudad (OCCC). Para los especialistas que laboran en el área técnica de esta entidad, la Regulaciones Urbanísticas constituyen un instrumento de trabajo fundamental. Sobre cómo participa la OCCC, junto a organismos como Planificación Física, Vivienda y el Arquitecto de la Comunidad, CITMA o Comunales, entre otros, en la preservación esos valores que distinguen a la Perla y garantizan la satisfacción de la población centrosureña, así como de quienes la visitan, dialoga el Máster Arquitecto Irán Millán Cuétara, Director de la OCCC, con 4 años de creada:
- Máster Arquitecto, al referirse a la creación de la Oficina del Conservador, apenas dos años después de que fuera declarado el Centro Histórico Urbano de la Perla como Patrimonio Cultural de la Humanidad (PCH), declaró: “era imprescindible crearla para que se convirtiera en el órgano rector de la preservación, tanto material como espiritual, del patrimonio cienfueguero”. Desde el punto de vista jurídico, ¿cómo se traduce este objetivo?
- Se aprueba la OCCC porque existen las leyes # 1 y # 2 de la Asamblea Nacional; la primera, del Patrimonio Cultural y, la segunda, de los Monumentos Nacionales y Locales, y posteriormente se materializa el Decreto Ley 55 que es la instrumentación de dichas leyes. Recordemos que Cienfuegos desde 1995 ha sido declarada Monumento Nacional en su Centro Histórico (CH), y desde esa fecha ya está amparado por dicho cuerpo jurídico.
¿Por qué surge la Oficina? Realmente era impostergable crear una entidad que llevara a vías de hecho, sobre el territorio y sobre un bien que ya en el 2005 se declara Patrimonio Cultural de la Humanidad, todas las regulaciones, leyes, lineamientos de las ciudades con estos altos valores patrimoniales, por lo tanto, cuando se declara Cienfuegos PCH era porque existía este fundamento legal que amparaba si ese bien se declaraba que iba a estar protegido por las leyes.
Una vez que se crea la OCCC, lo que es un resultado, ya que el sistema de patrimonio cultural no contempla la materialización o la instrumentación del cuidado y preservación, en toda la extensión de la palabra, de un área declarada, nace como órgano rector de toda la preservación, tanto material y espiritual de la ciudad de Cienfuegos. En su objeto social, en la misión de la oficina, está esa responsabilidad ante Cuba, ante Cienfuegos y ante el mundo; nuestro objeto social es la materialización de todas las regulaciones urbanas, indicaciones que tiendan a ir a la preservación de ese bien que bajo ningún concepto podemos permitir, como ha ocurrido en otros países que perdieron la condición de PCH, por violar dichas regulaciones.
En el caso de Cienfuegos, se reúnen en la misma la presidencia de la Comisión Provincial de Monumentos y la dirección de la OCCC. Esta oficina funge como el brazo técnico de dicha Comisión, por lo que todas las acciones que se vayan a realizar en la misma tienen que contar con la aprobación de ésta y de la OCCC, ¿por qué?, porque tenemos la obligación de velar, independientemente de quien sea el propietario del inmueble, que toda acción que se ejecute por los mismos esté subordinada al Plan de Manejo para la Preservación del Centro Histórico que tiene aprobado la oficina. Lo que hacemos no es más que puntualizar las Regulaciones Urbanas aprobadas en el Plan de Ordenamiento Territorial por la Dirección Municipal de Planificación Física, atemperarlo para el CH que es un área de la ciudad más chica , con las especificidades que nos dan la leyes # 1 y # 2, y el decreto ley 55 . Es decir que no es que estamos haciendo regulaciones nuevas, digamos, para los cuentapropistas, NO, estamos puntualizando algunos aspectos pero nutriéndonos de la base legal de dichas leyes y de las regulaciones urbanas que tiene aprobada la Asamblea Municipal del Poder Popular, lo que se convierte en Ley Local, independientemente de las resoluciones emanadas del Gobierno Provincial que faculta a nuestra oficina, en mi persona, como única entidad que puede autorizar el uso del espacio público en el CH, independientemente que escuchamos los criterios de los compañeros de Planificación Física y demás. Nuestro criterio en las consultas tanto de Planificación Física como de la vivienda, es definitorio, si nuestra oficina no la aprueba realmente ninguno de los dos organismos puede aprobar pues somos los órganos rectores de la atención, cuidado y desarrollo, porque necesitamos desarrollarlo, del centro histórico.
- Pero además de ser un ente de consulta y estar al frente de esa instrumentación y organización del uso del espacio público, así como del cuidado y preservación de los inmuebles ubicados en el CH, ¿es también la Oficina del Conservador una entidad de control, le compete esa instrumentación?
- Nuestra oficina no tiene contemplado inspectores, nosotros como fiscalizadores y que tenemos que rendir cuenta a la UNESCO, a partir de monitoreos periódicos sobre el CH, detectamos cualquier tipo de violación que no ha sido aprobada por nuestra oficina e inmediatamente, si es estatal, se lo comunicamos a las direcciones provincial y municipal de Planificación Física y, si es particular, a la Dirección de la Vivienda para que, a través de su cuerpo de inspectores, hagan cumplir lo que está establecido en las regulaciones. Está muy bien definido en el permiso que se otorga qué No puede o debe hacer ese ciudadano, o ese centro de trabajo, es decir, que tenemos un trabajo muy estrecho entre la oficina como ente de monitoreo, por decirlo de alguna forma, y una serie de organismos que velan por el cumplimiento de lo que está establecido en cada área de atención; de esa forma nos complementamos.
Paralelamente, nosotros también realizamos apercibimiento, un documento que le hacemos llegar al usuario cuando vemos que están violando cualquier tipo de regulación; lo revisamos y le damos un período para que resuelva el problema y de NO resolverlo se lo hacemos llegar a éstos órganos que tienen cuerpo de inspectores para que materialicen la multa directamente, es decir, que este es un trabajo sistémico entre los diferentes actores de la ciudad nosotros como el ente integrador de todos los implicados que tributan al CH y la zona de protección.
- Desde el 2003, el IPF, la Red de Ciudades Patrimoniales, el Grupo Integral para el Desarrollo de la Capital, los Órganos del Poder Popular, entre otros, han comenzado a desarrollar un proceso de actualización de las Regulaciones Urbanísticas, o sea, revisar los códigos y ordenanzas que han llegado hasta nuestros días y atemperarlas con la vida y el desarrollo cultural, social, económico, jurídico del país. ¿Qué implicaciones tiene para el centro histórico cienfueguero este proceso de actualización?
- Revolución es cambiar todo lo que deba ser cambiado para dar un salto superior en el desarrollo del país y esto no se queda para algunas esferas políticas y demás, nos compete a todos. La ciudad es un ser viviente que constantemente está llenando sus pulmones con nuevos aires y nuevas actividades que modifican de alguna forma comportamientos tradicionales. Tengo que hacer mención, también, al concepto de patrimonio: cuando se empezó a trabajar este concepto, allá por los años 80, muchos de los cienfuegueros lo veían como algo despectivo porque la ciudad era muy moderna, y realmente costó mucho trabajo inculcarle a todos, incluyendo al gremio de profesionales de la construcción, que Cienfuegos tenía valores patrimoniales, solo se consideraba como tal aquellas ciudades antiguas, las 7 primeras villas fundadas por Velázquez, en el siglo XVI. En ese momento, a nadie le pasaba por la cabeza que una ciudad fundada en el siglo XIX, con conceptos de modernidad, higiene y orden como Cienfuegos, pudiese ser catalogada como Monumento y éste fue el pasaporte para que, 10 años después, se reconociera en el mundo entero que estas ciudades modernas tenían valores universales excepcionales. Las regulaciones, igual que nuestros hijos, se parecen más a los tiempos que a los padres; constantemente se le han hecho diferentes modificaciones a las regulaciones, a las ordenanzas urbanas de la ciudad. En estos momentos está en su fase final las regulaciones urbanas aprobadas por el Instituto Nacional de Planificación Física que, por supuesto, tiene un acápite para el CH debidamente compatibilizado con nuestra oficina y la Comisión Provincial de Monumentos, para que todo salga en un solo documento rector y que la población la consulte y la conozca. La ciudad no es la misma de hace 30 años y lo importante es salvar su esencia, aquello que nos hace singulares y define a Cienfuegos. No es lo mismo una situación en la periferia del CH que en Prado y San Fernando, por eso hemos hecho una sectorización para llegar a las manzanas de oro como le hemos llamado, áreas que son definitorias en la imagen física, en la historia física de Cienfuegos. Para esta zona las regulaciones son más rígidas, o más limitadas, en cuanto a sus transformaciones que otras del propio CH.
Recientemente participamos en una reunión nacional de la UNEAC, en La Habana, donde presentamos exponentes de proyectos realizados por arquitectos, diseñadores cienfuegueros, de una alta valía, por el prestigio que le están otorgando al CH y con un lenguaje contemporáneo, porque creo que puede coexistir la tradición con la modernidad respetando esas regulaciones urbanas que es un reto para los diseñadores contemporáneos; tenemos que proyectarnos sobre una parrilla que existe y que tiene un reconocimiento mundial pero, también, tenemos que lograr que la nueva acción urbanística brille, que también tenga su identidad y, por supuesto, otorgue valores a ese reconocimiento de Patrimonio Mundial. Estamos en un buen momento, dentro de poco debemos tener lista la actualización del reglamento para el Boulevard; estamos confeccionando el de la calle 29 o Corredor Santa Isabel, porque si no se conoce sobre qué bases desarrollar una determinada actividad no puede desarrollarla. A veces aplicamos una multa que puede ser una victoria pírrica, porque el objetivo es evitar la multa y lograr cuidar la higiene, sacar la basura, en horario nocturno, no botar el agua si no es sábado… El triunfo mayor que podemos aportar es la educación constante de la población, en cuanto a nuestras Regulaciones Urbanas, pues si las conoce, estamos seguros de que las va a respetar más, y es lo que hoy en día aún no hemos podido lograr.
- El actual proceso de reordenamiento económico cubano ha dado lugar al surgimiento de nuevas formas de empleo no estatal como el “cuentapropismo”; en espacios pequeños contienden los intereses de varios negocios, por lo general, con ofertas semejantes. Llamar la atención del cliente y satisfacer sus necesidades ha condicionado la búsqueda de soluciones arquitectónicas y de marketing que, en muchos casos, atenta contra la imagen de la ciudad, así como la integridad de sus espacios urbanos donde se ven comprometidos aspectos vitales, entre otros, higiene, salubridad, contaminación sonora… ¿Cuál es la situación, hoy día, del centro histórico urbano sureño y cómo pudiera comprometer la declaratoria de Patrimonio Cultural de Cienfuegos?
- Nos alegra mucho esta apertura y esta presencia de un personal paralelo a la función estatal para ofertar diferentes servicios que de forma legal no existían en nuestra ciudad. Nosotros necesitamos que nuestro centro histórico viva, que sea el sentir de la ciudad, y que todo el que llegue a él buscando una respuesta a sus necesidades lo encuentre pero ese es un gran reto. Es muy fácil cuando el CH se convierte en un área museable, de actividades pasivas para un turismo o para un ciudadano que busca servicios con esa categoría. No es así el caso de Cienfuegos. Uno de los méritos reconocidos por la UNESCO es que el CH de Cienfuegos sigue siendo el corazón de la ciudad. Y es éste el reto que tenemos con estas nuevas expresiones, primero, no existía una experiencia previa; considero que se violentó el otorgamiento de los permisos (a “cuentapropistas”), no se determinó el posible impacto que pudiera tener esta actividad en nuestros CH Patrimonio Mundial, porque no ocurre solo en Cienfuegos, está ocurriendo en Trinidad, en Camagüey, La Habana… Considero que la presencia de múltiples organismos otorgando permisos, sin una correspondencia entre ellos, ha generado que se hayan otorgado en el CH de Cienfuegos un grupo de permisos que, a veces, no han sido compatibilizados con los diferentes organismos rectores de la ciudad.
En el 2011, la Dirección de Planificación Física ha otorgado 77 permisos, en el CH, de funciones que tienen un impacto visual, porque también hay contaminación visual, no solo sonora, del ornato… La Dirección de Trabajo ha otorgado 138 permisos que el usuario ha considerado que ya con él no tiene que ir a consultar con nadie más y, por supuesto, no se fiscalizan esos permisos. El Centro de Higiene ha dado 91 autorizaciones; éste si hace supervisiones periódicas pero consideramos que no se va a la esencia del impacto de higiene y ornato que es más amplio que evaluar si los vasos están limpios o si tiene un cubo de agua limpia para fregar los utensilios que utilizan; de este total, la Oficina del Conservador ha sido consultada sólo para 25 de estas autorizaciones.
Cuando hicimos un balance de estas autorizaciones nos dimos cuenta que el que tiene un permiso no tiene el otro y todos no son necesarios, depende de la expresión física que tendrá ese “cuentapropista”. Esa diversidad de sombrillas, carteles, letreros, mostradores, no favorece la imagen de la ciudad, aunque hay que reconocer la excelencia que tienen los productos que ofertan y eso otorga cualidades a nuestro CH que tenemos que felicitar y tenemos que seguir apoyando, lo que no podemos es seguir siendo partícipes de que ese producto de excelencia se nos entregue a través de una reja, a través de barrotes, que esa grasa caiga al pavimento, que coloquemos un cartón en el piso o del portal del Prado para la grasa, poner un cesto, una caja en la acera, para que los usuarios boten la basura ahí, en un área que no le pertenece al “cuentapropista”, por lo tanto, es ilógico pensar que esa improvisación sea la excelencia para nuestro CH.
Queremos que permanezcan los “cuentapropistas”, vamos a apoyarlos, independientemente de las regulaciones porque el único objetivo es que su producto esté a la altura de la calidad, no solo de lo que ofertan sino todo lo que lo rodea. No es lo mismo el precio de una pizza, a través de un barrote, que la que se consume en un restaurante; tenemos que salvar la esencia de la gastronomía, de la tradición culinaria cienfueguera. Antes de la Revolución, había muchas quincallas en nuestras cuadras y bodegas, unas mayores, otras menores pero todas esas funciones estaban en el interior de esos inmuebles, de la puerta hacia adentro que es la propiedad que tiene el cuentapropista para accionar sobre ella. Es ilógico que usted cuente con un portal del Paseo del Prado o con una acera de la ciudad como parte de su negocio. El negocio funciona por tres aspectos fundamentales, los suministros, la preparación y oferta y el usuario; los dos primeros son muy importantes pero al usuario no podemos dejarlo de la puerta para afuera, tenemos que incorporarlo a nuestro negocio. Y eso es lo que estamos modificando en los permisos que hemos otorgado y se están otorgando, para que se revise este concepto de Revolución aplicado también a los “cuentapropistas”, y la ciudad.
El cienfueguero no se merece que lo atropellen visualmente con todo ese caos que le estamos dando diariamente y que no prestigia la ciudad. Ese es el reto que tiene nuestra oficina junto con Planificación Física, con la Dirección de Trabajo, con la Dirección de Higiene, con la propia Asamblea Municipal que aprueba todo esto. Es un accionar en el que tenemos que darnos las manos todos; podemos estar afectados inicialmente pero veremos posteriormente que nosotros podemos tener resultados económicos superiores.
Cuando hablamos de Cienfuegos se habla de buen gusto, de cultura, de calidad visual, a veces dicen que esto no es Cuba, porque es otro ambiente, es un ambiente humano, con calidad de vida. Estamos en un momento preciso pero creo que hay que dar un pare, reflexionar sobre lo que hemos autorizado, perfeccionarlo y echarlo a andar con nuevos bríos, porque necesitamos de los cuentapropistas, la ciudad los necesita, las ofertas de los cuentapropistas son de calidad y eso es lo que queremos, que también la imagen de ellos esté a la altura de la calidad que ofertan y de una ciudad Patrimonio Mundial.