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La Fernandina - Desde Cienfuegos, Patrimonio Cultural de la Humanidad

“Yo me pienso como cienfueguero… ¿y tú?”

“Yo me pienso como cienfueguero… ¿y tú?”

En apenas seis años, la otrora Colonia “Fernandina de Jagua” estará lista para festejar sus primeros dos siglos de historia, relato de vida artesonado en las fachadas y adoquines que como aedos de la memoria colectiva nos cuentan de la fabulosa e interminable sucesión de los días y las noches. Inquietudes, asombros miles, han guiado el curso de las acciones desarrolladas por la  Oficina del Conservador de la Ciudad de Cienfuegos, desde que  naciera el primero de diciembre de 2007, para consolidar la gestión restauradora y conservacionista de la única ciudad decimonónica de América Latina, “Patrimonio Cultural de la Humanidad”.
Más de uno, y hasta quizás en más de una ocasión, ha sido oyente o lector de las claras reflexiones de Eloy Viera en torno a la cienfuegueridad. Abril precisa y “Agenda Bicentenario”, Programa Cultural de la institución, propone en las páginas de su segundo número las consideraciones de este ferviente hijo adoptivo del terruño cienfueguero, para todos aquellos dispuestos a evaluar la cualidad de su ser social.
En abril del 2012, el colectivo de trabajo de Fernandina Radio, voz de la Oficina del Conservador de la Ciudad, recibió en su estudio a Eloy Viera y a Marta Vásquez Villavicencio; ambos respondían a la invitación de grabar uno de los programas que, facturados íntegramente desde Cienfuegos,  son transmitidos cada sábado,  a partir de las 5.00 pm,  a través de las frecuencias de Habana Radio, la voz del patrimonio cubano. Teniendo como tema para el intercambio de dicha emisión de “Quiero hablar contigo”, la cienfuegueridad, he aquí la transcripción de algunas de las intervenciones de Eloy, en torno al contenido:


“Cienfuegos se funda en el XIX pero es que ya los primeros planos los hicieron los hermanos Lemaur como parte de la Comisión de Guantánamo que dirigía el Conde de Mopox. Al verse los planos resulta impresionante la cantidad de fuentes, parques, paseos con que esos agrimensores dibujaron; parecía una premonición que, además, se cumplió, y Cienfuegos sólo estaba en miras históricas.”
 “En la fundación de Cienfuegos hubo un espíritu caballeresco (…). Cienfuegos fue arrasado en 1825 y llega a 1902 como una de las 4 ciudades más importantes; llegó a tener dos orquestas: una filarmónica y una sinfónica, y la primera imprenta que se estableció en Cienfuegos la trajeron de Trinidad. Sería interminable la lista.”
 “Si hubiera que conceptualizar la cienfuegueridad o ese espíritu de amor a la ciudad que hubo durante los 140 primeros años, se puede especificar en diversos aspectos: primero, un agregado de aportes diversos y numerosos, todos hacia el engrandecimiento de la ciudad; ese sentimiento recibía el respaldo de un ánimo popular, es decir, la gente reconocía una especie de aristocracia humana en aquellos que contribuían a la difusión de la cienfuegueridad y, por tanto, se convirtió, con el tiempo, en un tono espiritual que va más allá del prado más largo de Cuba.”
 “El día de la fundación, el 22 de abril, era una fiesta popular; primeras planas, prácticamente de todos los diarios. Todo el mundo lo sabía y se felicitaba. Los comercios se engalanaban para la ocasión. Había un espíritu.”
“Este es el testimonio de un jurista cienfueguero, Waldo Medina, colaborador de los principales diarios de La Habana y amigo del Ateneo de Cienfuegos; nos visitó varias veces. Después del golpe de estado del 10 de marzo de 1952, es separado de su cargo y despojado de su pensión. En tal situación escribe un artículo para Cienfuegos, una vez que llega el 22 de abril: La ciudad, linda y bien encuadrada ciudad, se ha echado a la calle  como todos los días para comprar su pan y su café de pueblo. No importa que se encienda o no el fogón humilde; siempre la gente bien alimentada en nuestro país fue minoría lamentable pero hoy, exactamente hoy, 22 de abril, algo va por el aire y está en las almas, que las hace sentir de una manera diferente a todos los días: no es contentura que baja de la barriga en afán nutritivo o sube del corazón primario y fiestador. El horno no está para roscas, dice el pro común de las gentes. No se trata de embullo bullanguero de voladores y dianas madrugadoras que con sus cornetas rompen el sueño lento y lo demás, para echar a perder, no se sabe hasta cuándo, el claro despertar del pueblo. ¿Qué es lo que pasa, entonces? Es muy sencillo, el Ateneo, verdadera casa de la cultura de la ciudad, hacedor de la buena tradición de un pueblo, ha convocado, como en otros años, a toda la ciudadanía para honrar y conmemorar la fecha de fundación de la urbe.”
“La cienfuegueridad es casi una nacionalidad, (…) Cienfuegos tiene escudo, tiene bandera, tiene acta de fundación, tiene hasta los restos de su fundador en su tierra, atributos locales…”
 “Eriberto Palenque escribió en 1957: El cienfueguero parece ser más francés en lo que tiene de maneras afables, discretas y académicas hasta que se les toca en las fibras de su cienfueguerismo religioso: parece indiferente y sufre con él quien crea encontrar aquí el ambiente criollo de expansión y guachinanguería de otras partes de nuestro país, juzgándolo orgulloso o, cuando menos, desdeñoso, y de inmediato se entusiasma con él, al verlo tan apasionado, tan solidario en la causa común, tan entusiásticamente cienfueguero que se transforma en la alegría de todos los triunfos cienfuegueros, esos triunfos de nuestra ciudad como cosa física y, también, como cosa espiritual y culta. ”

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